martes, 18 de noviembre de 2025

Cine por Mujeres 2025: femíneas ópticas y vindicaciones... Por Pedro Joaquín del Rey

Cine por Mujeres 2025: femíneas ópticas y vindicaciones

Por Pedro Joaquín del Rey

Del 28 de octubre al 9 de noviembre de 2025 hemos asistido en Madrid a la octava edición de una ya asolerada celebración anual --la andadura comenzó en 2018-- que resplandece con comprometida energía en la especialización que indica la denominación suya, es decir, las femeninas profesionalidad y profesionalización superadoras de los trillados acaparamientos masculinos --con películas [mayormente recientes o recientísimas] que no provienen en exclusiva del continente europeo [unas cuantas se han disfrutado en calidad de flamante primicia, aunque también se han visto algunas de menor proximidad al momento presente e incluso de etapas y fases pioneras pero de interesante y necesaria recuperación] y que han concurrido en competición o en proyecciones no optantes a galardón [hubo asimismo mesas redondas y sesiones de formación]--. El certamen, a cuyo timón prosiguen con gran mérito Carlota Álvarez Basso y Diego Mas Trelles, se beneficia del loable sostén y substancial auspicio de diferentes instancias gubernamentales --Ministerio de Igualdad, Ministerio de Cultura, Ayuntamiento de Madrid, Comunidad de Madrid--, así como de fundaciones, entidades gremiales y empresas, y, en lo pertinente a las aportaciones no nacionales, de embajadas y centros culturales extranjeros (consúltese si se desea el listado de apoyos y colaboraciones en el documento abajo anexado).

 

Con humildes observaciones iremos recalando en una cierta cantidad --los horarios simultaneaban pases o los solapaban parcialmente [13 jornadas ha durado este intenso evento]-- de las abundantes obras exhibidas, adjuntándose al término de los párrafos de entre manos una reproducción del folleto que en papel se ha distribuido para difundir la programación completa --incluyente de minifichas de los filmes y de los nombres de las personas seleccionadas para los comités otorgadores de los galardones--, e inmediatamente antes un enlace a la nota divulgativa del palmarés.  

 

Sección Focus Francia. --> La cinematografía gala ha sido la invitada de 2025 a CpM, donde hemos comprobado el vigor de las realizadoras en la robusta y envidiable industria audiovisual en el hexágono suprapirenaico. Diane Kurys, veterana de la dirección recordada en nuestros lares gracias a, por ejemplo, Un hombre enamorado (1987) y Seis días, seis noches (1994), describe en Moi qui t'aimais --quizá no hincando lo suficiente el diente en los ingratos recovecos de las narcisas y sinuosas características psicológicas de un cantante y actor con conductas de incorregible y sempiterna infidelidad-- la relación sentimental más bien tortuosa y repleta de altibajos de las estrellas del celuloide Yves Montand y Simone Signoret. Oxana, de Charlène Favier, pormenoriza, sin subir a elevadas alturas expresivas pero con aceptable amenidad satisfacedora de la curiosidad de quienes no conozcan demasiado el asunto, el periplo político, el recorrido estético y los infelices jalones anímicos de una de las fundadoras de Femen, Oksana Shachko, una pintora de Ucrania --en 2018 se suicidó por ahorcamiento en su entonces domicilio francés-- que en la tierra natal suya integró el grupo que montó y dio arranque a ese movimiento que llegó a alcanzar enorme relevancia global a causa de las anticonvencionales acciones de protesta contra la dominación machista ejecutadas por las bravas militantes del mismo. La Tour de glace se descuelga ante el público como siniestra fábula feérica --!lena de obscuridad, gelidez y de envolventes y pregnantes visualidades, con la figura subyugadora de una suerte de nimbada hada maligna o fría reina del mal a la que le impulsa un succionante omnipoder exterminador y lesboaniquilador de las jovenzuelas a las que magnetiza-- firmada por Lucile Hadžihalilović, mientras en Couture, Alice Winecour tira del no bonito hilo de un proceso médico originado por el diagnóstico de una tumoración mamaria para el cual ha traído desde allende el charco a Angelina Jolie, dama de la estelaridad hollywoodense de no ocultada anamnesis oncológica, de manera que en la butaca espectatorial se acaba estableciendo, al margen de las previas intencionalidades de la directora, una conexión entre los discurrires clínicos de la encarnadora y la encarnada, una ficticia cineasta dedicada al género del terror (más profundas angustia, pánico y miedo provocan los cánceres agresivos --mortales verdades-- que las irreales, aunque nacidas de las turbaciones y zozobras del alma, criaturas vampíricas, monstruosas o espectrales que invaden las pantallas y los pesadillescos sueños). En La Passagère, de Héloïse Pelloquet, se nos sumerge en la eclosión de una pasión extraconyugal --posiblemente un pelín mínima en su elaboración guionística pero dotada de la arrebatada y a la vez serena construcción actoral a cargo de la hipertalentosa y encantadora Cécile de France, oriunda de Valonia pese a su apellido-- consistente en que una loba de mar cercana a la cincuentena se enamora hasta las trancas --avatares del deseo-- de un chaval pijotero de adinerada cuna al que le saca tres o cuatro o cinco lustros, alguien caprichoso y sin claro rumbo vital que se convierte en ayudante de ella y de su esposo en la embarcación en la que navegan para capturar los comestibles animales marinos del pesquero oficio con el que se ganan el pan, desencadenando tan exacerbado romance un naufragio matrimonial (debemos subrayar que el marido, un hombre que quiere con sinceridad y sin reservas a la protagonista, no reacciona con destemplanza, agresividad o sentimientos de mancillado y herido despechamiento viril). Mikado, de Baya Kasmi, plantea con estilo sencillo y con instantes incluso de reposada sutileza, las peripecias antisociales de una desanclada y desnortada familia en la que ambos progenitores --padre y madre-- vagan sin brújula y en autocaravana según van evitando a las fuerzas del orden, motivadas esa conducta fugitiva y la correspondiente persecución policial por negarse ella y él a escolarizar al niño y la niña que constituyen la prole suya --pretenden encapsularlos y que aprendan en un errabundo hogar que no es hogar-- (el padre arrastra el trauma infantil de que la mujer que lo alumbró no lo crio y lo entregó a los servicios sociales, lo cual lo llevó a acogimientos diversos en los que saltaba de familia en familia).

 

Sección Competición Española. --> La integraron (solo una no se ha estrenado, Ruido, de Ingride Santos, que aterriza en el circuito de salas el 28 de noviembre) la en los actuales meses archicomentada Los domingos (Alauda Ruiz de Azúa --aquí con semejante importancia se transmiten la inclinación conventual por la monjil vocación de clausura [¿veleidoso arrobo?] de la [un tanto callada y mortecina] diecisieteañera incorporada por Blanca Soroa [excelente descubrimiento] y los rasgos de rebotado resentimiento de su tía y el perfil caraduresco, egoísta y siempre incompareciente del señor que se supone que la trajo al mundo junto a su fallecida esposa), La furia (Gemma Blasco), Lo que queda de ti (Gala Gracia --Gracia traza, con aguda precisión y sin evidenciar ignorancias arcádico-idealizadoras o similares, las tesituras de dos hermanas afanadas en las sacrificadas bregas de la labranza y la ganadería en el ámbito de las pequeñas o medianas propiedades agropecuarias--), La buena letra (Celia Rico --delicado retrato de unas humanas criaturas perdedoras y de nula fortuna en la hispana postguerra civil--), Sorda (Eva Libertad --se ha alzado con el Premio a la Mejor Película Española y es una obra de remarcable sensibilidad que se fija en la ardua pero no desastrosa convivencia y cotidianidad [hay asimismo embarazo y cuidados del bebé que engendran] de un chico y una chica treintones y en estable vínculo afectivo caracterizado por carecer biológicamente ella del sentido de la audición--), Jone, a veces (Sara Fantova) --de los filmes que por doquier no dejan de asomarse a la veinteañera gente postadolescente, cabe destacarlo como uno de los más admirables, en particular por su emotivo y sosegado abordaje de la Jone del título, quien además afronta con madurez y entereza la enfermedad degenerativa de su progenitor--, La buena suerte (Gracia Querejeta), Una quinta portuguesa (Avelina Prat, Premio al Mejor Primer o Segundo Largometraje de una Directora Novel --película despojada de obviedades y explicaciones, que fluye con palabras parcas y densas y con contemplativos pero no inanes o postaleros códigos que coinciden en sus secuenciaciones y composiciones de planos con los más prevalentes modos y usanzas del lenguaje cinematográfico lusitano [se ha coproducido con la vecina República ibérica, con las principales localizaciones en ella]--), Los Tortuga (Belén Funes), La niña de la cabra (Ana Asensio --cineasta en la que certificamos un sólido, no de oídas, saber del infantil [y no infantil] barrial o extrarradial vivir de una década atrás [seguro que contiene elementos autobiográficos]--), y, por último, la afamada Romería, en la que la prestigiosa Carla Simón cierra la renombrada trilogía que ha rodado inspirándose en su propia familia. 

 

Sección Competición Internacional. --> Jakobs Ross  (Katalin Gödrös, Suiza / Luxemburgo) (Mención Especial del Jurado para una helvética producción con temática de época), Happyland  (Evi Romen, Austria / Bélgica --una música rockera de exiguo éxito regresa a la provincia de la que procede y allí la asaltan pretéritos fantasmas que consideraba plenamente arrinconados--), Happy Birthday (Sarah Goher, Egipto) (Premio a la Mejor Película Internacional; conmovedora escenificación de hasta qué grado las barreras socioeconómicas lastran y condicionan la inocencia de la niñez --a Toha, de ocho años, se le pone totalmente cuesta arriba el acudir a la fiesta de aniversario de una amiguita suya--), La Vierge á l'enfant (Binevsa Bêrîvan, Bélgica --primeriza película de reducido presupuesto rubricada por la prometedora debutante Bêrîvan, que manifiesta inteligentes recursos expositivos a la hora de, sin excesivos medios, desenvolverse en las emociones derivadas de unos hechos horribles en los que una muchacha kurda violada y embarazada por un canallesco jefe del Isis aloja en su reconcomido cerebro la voluntad de saldar vengativamente la despiadada y cruel agresión sexual que sufrió--), Kevlarsjäl (Maria Eriksson-Hecht, Suecia --penetración sin paños calientes en la situación de un exmilitar viudo y alcohólico con un par de adolescentes vástagos varones, uno de los cuales desemboca en senderos de malotas brutalidades callejero-pandilleras--), Ik zal zien (Mercedes Stalenhoef, Países Bajos --con la cámara utilizada en planos ultracortos [muy pegada a las humanas cabezas], el drama [y los esfuerzos, con frecuencia cayentes en la impotencia, por retomar un grado manejable de normalidad] de una alumna de bachillerato y buceadora aficionada que pierde las capacidades oculares en más de un noventa por cierto [ciega funcional]), Wrangler (Seo Eun-sun, Corea del Sur --orientales, malsanos y hasta cruentos enrarecimientos y vendetas entre dos hermanas, todo lo cual se plasma con contundentes silencios, ásperos sobreentendidos e insoportables represiones en el contacto y la comunicación--), In die Sonne schauen (Mascha Schilinski, Alemania --Schilinski, en la producción precandidata al Óscar por la nación germana y Premio del Jurado en Cannes 2025, teje, usando atrevidas yuxtaposiciones temporales, una compleja estructura de texturas y dialécticas icónicas y de efectos sonoros y contrapuntos de las voces con el fin de colocar delante de ojos y orejas un lapso histórico de la teutonidad [hendido por las dos máximas contiendas bélicas del precedente siglo, las de mechas nazi y prusiana], sirviéndose para ello del marco narrativo de una casa radicada en el norte del país por la cual transitan varias generaciones [hay ecos en los muros de sombríos sucesos, y el mirar y escuchar de unas niñas se emplea para los propósitos de lo contado), Gioa mia (Margherita Spampinato, Italia --rurales ancestralidades culturales del meridión itálico en las que a Nico, un nene protestón, espabilado e insolente, lo mandan con una anciana tía siciliana que habita solitaria un caserón en el que ella, creyente, piadosa y seguidora de leyendas de ultratumba y supersticiones, le sugestiona sobrenaturales experiencias [la familia suya diferente de la anticuada vieja señora, moderna e hiperconectada, no valora en absoluto lo religioso y lo pararreligioso]--), Kika (Alexe Poukine, Francia / Bélgica --a través de registros tragicómicos y en el fondo tiernos y cariñosos, los dilemas y el viaje existencial desde el bienestar [o relativo bienestar] hasta la dura lucha por el sustento de una trabajadora social que, al quedar en chunga precariedad económica después del repentino fallecimiento de su emparejado, se aboca al ejercicio no coital de la prostitución [desfilan hombres con múltiples parafilias]--), Alpha (Julia Ducournau, Francia / Bélgica --Ducournau continúa por los caminos de una autoralidad no de minorías que, con sus torvedades y friquescas epataciones, la definen), Promis le ciel (Erige Sehiri, Francia / Tunicia / Qatar --una imperfecta cinta, si bien muy a retener por lo llamativo e inusitado de su argumento, con las vicisitudes en Túnez capital de unas ciudadanas de Costa de Marfil [subsaharianas cristianas dentro de una atmósfera árabe y musulmana] que, excepto la que estudia en la universidad, no se hallan en posesión de la reglamentaria documentación de residencia [una de ellas, reparemos bastante en esto, ejerce de pastora o predicadora en una iglesia evangélica]).

 

Otros reseñamientos (1). --> Las películas de inauguración y clausura fueron, respectivamente, Vie privée (Rebecca Zlotowski, Francia --Jodie Foster hablando en francés en una comedia zrileresca de peculiares gracietas--) y À bras le corps (Marie-Elsa Sgualdo, Suiza / Francia --una quinceañera se encara con el pueblerino e hipócrita paisanaje de su campesina comarca [la época en que la trama acontece es hace seis decenios]--). En la gala de inicio la compositora madrileña Zeltia Montes (1979) --atesoradora de un currículum de más de 35 bellas partituras para largos, cortos y series-- recogió el ya consolidado Premio a una Trayectoria que le había concedido la organización del festival este año 2025.

 

Otros reseñamientos (2). --> Palestine 36 (Annemarie Jacir, Reino Unido / Qatar / Francia / Suecia / Palestina --no a concurso--) nos revela cómo marchaban en ese año --faltaban todavía 12 para la Nakba y la Declaración Balfour data de 1917-- la situación en Tierra Santa --los británicos ya se comportaban cómplicemente con los judíos en impío detrimento de los árabes de la jerosolimitana ciudad y de los autóctonos no hebreos en los restantes núcleos de población de allí [de aquellos polvos los lodos netanyahuescos de ahora: 7 de octubre, arrasamiento de Gaza, decenios de asentamientos ilegales en Cisjordina, intifadas, etcétera, etcétera]). Con blanquinegras tonalidades que aunan el cinema-verité y la representación antropológica e igualmente fuera de concurso, Village Music (Lina Wong, China) ofrece una historia de vida en los 80 de una parentela de etnia uigur --en territorios uigures se camarografió-- consagrada al muqam, una tradición popular que combina canto, melodía y poesía. Citemos las sin preseas paralelas secciones con películas de la azteca nación en la Casa de México, con cintas latinoamericanas en la Casa de América y con filmes alemanes en el Instituto Goethe, amén de, en la Casa Árabe, el recomendable e indispensable documental Sudan, Remenber Us (Hind Meddeb, Francia / Tunicia / Marruecos), el cual, en Darfur y más áreas de esa zona, disecciona y radiografía los combates entre militares y paramilitares y los salvajismos criminales con los que se enconan los enfrentamientos --se trata de un conflicto que todavía hoy no ha cesado--.

https://www.festivalcinepormujeres.com/

https://www.festivalcinepormujeres.com/images/ediciones/2025/folleto-cxmm-2025_web_def-1.pdf


Cine por Mujeres 2025: femíneas ópticas y vindicaciones... Por Pedro Joaquín del Rey

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